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viernes, 17 de noviembre de 2023

Tras un sueño

 

Desastre de Chernóbil: cuando Cuba optó por dejar a sus estudiantes en la URSS a merced de la radiación

“Nosotros nos quedamos allí porque no teníamos opción, pero además nunca supimos qué nivel de peligro corríamos, nunca se nos dijo, todo se manejó como un problemita técnico que no trascendería”

Tomado de CiberCuba

Jose Alberto Gutiérrez

Chernóbil, Ucrania, 26 de abril de 1986: a la 1:23 de la madrugada, el cuarto reactor de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin saltaba por los aires, derramando a la atmósfera una gigantesca y letal nube radioactiva que avanzó rápidamente sobre gran parte del territorio occidental de la hoy extinta Unión Soviética (URSS) hasta alcanzar Europa central y los países nórdicos.

En el momento del fatal accidente, cerca de 10 mil cubanos se encontraban en tierras soviéticas, en su mayoría jóvenes entre 18 y 30 años, muchos inclusive en las regiones más amenazadas por la radiación. Sin embargo, el régimen encabezado entonces por Fidel Castro optó por desestimar cualquier medida preventiva de evacuación, obligando a los estudiantes a permanecer en “sus puestos” como un gesto de demostración de la “amistad inquebrantable con el pueblo soviético”.

Sin dar explicaciones sobre la magnitud del accidente, la reunión fue básicamente un acto de reafirmación política donde se resaltó la hermandad entre los pueblos de Cuba y la URRS.

Ya para entonces, la radiación lanzada al aire desde Chernóbil había sido captada por sensores suecos, a 1.200 kilómetros del local de la explosión, poniendo en alerta a la comunidad internacional.

“Jamás olvidaré que nos dijeron que la radiación que podría llegarnos era la misma que se recibe sentados bajo el sol en una playa en Cuba”, aseguro un exestudiante.

Estudiantes cubanos del Instituto de Ingenieros de Aviación civil de Kiev en 1985

 

Historia de un cubano conciente y consecuente (I Parte)


Por Xiomara Escandell Genó


Su nombre, Vladimir, como cualquier cubano nacido en los años 60.

Cuando nos perdimos de vista ya teníamos cada uno cerca de 15 años, después de terminado el pre-universitario de Alamar y con un buen currículum como estudiante se marchó como tantos a estudiar 6 años para la entonces URSS, estuvo 1 año en Leningrado aprendiendo ruso y en septiembre de 1982 comenzó en Kiev, Ucrania la carrera de Ingeniería Mecánica .

Atrás dejaba un Caimán verde , rojo , desafiante y solidario , que avanzaba a ojos internacionales a pasos de gigante en los campos de la educación , la salud y el deporte ,atrás dejaba una historia de guerra en África , dejaba una Habana algo menos saturada de habitantes y más ligera de presos y dementes .Todo un lujo luego de la avalancha de embarcaciones que en el año 80 sacudió del anonimato al pueblo costero de Mariel , epopeya que se desencadenó en los primeros dias de Abril  luego de  los sucesos de la Embajada del Perú y Venezuela . Desembocando en voraces y despiadados actos de repudios cargados de rencor , cobardía y una gran dosis de envidia e ignorancia del pueblo y para el pueblo.

Detrás dejaba un siempre colapsado transporte público y una economía totalmente dependiente de un comercio desbalanceado , amamantado por unos precios desorbitantes en la venta del azúcar  y compras de productos a precios risibles a los países de Europa del Este.

Corrían tiempos de esperas interminables de los buques en los fondeaderos y sobreestadías records en  puertos de almacenes saturados de productos innecesarios , un descontrol casi absoluto de las importaciones y de las reales necesidades de la población-

Era la época de desbordantes Ministerios colmados de atestados pasillos y oficinas , empapelados buros y encasillados burócratas.

Pero muy  a pesar de todo , florecía una juventud arrolladora ,entusiasta , soñadora, cándida ,con alta dosis de miopía y sordera ,pero dispuesta a realizar cualquier sacrificio solo a cambio de endrogarse con promesas de un futuro cada vez mejor .

Vladimir también dejaba a un hermano menor llamado Telmo , a quien atendía y protegía al mismo tiempo que se preocupaba de sacarle las narices al mundo ,en la escuela lo llamábamos cariñosamente Telmito , bello como debían ser los Ángeles y de salud cual porcelana fina.

Acostumbrados a mirarlo crecer entre hospitales y sueros , no nos alcanzó la imaginación , para saberlo  luchar por más de 20 años contra sus podridos riñones , y dejar como huellas , desde una secuela de amores digna de las más complicadas novelas , hasta un afianzado matrimonio, una reducida prole , y toda una manifestación de relojes agradecidos ,que aún deambulan en marcha acompasada con el Sol y la Luna , por los rincones más inverosímiles de la Habana.

Vladimir partió tras el llanto inagotable de su Natasha  , entre cuyos brazos y cuyas piernas había conocido el amor lúbrico y libidinoso, que alimentaba su ego de típico macho.

Marchó ansioso a enfrentar nuevas batallas por duras y extremas que fuesen , y como un héroe , retomar el largo camino a casa , donde le estarían esperando para celebrar el triunfo.

Fin I Parte





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