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lunes, 28 de marzo de 2011

Los "Zafiros", La Habana; y mi hermano Rolando.





-¿Y de qué escribiré ese día? 

Me preguntaba a medida que se acercaba el primer año de la publicación de este rinconcillo mío, sumergido en esta gran constelación que es Internet. 
Es cierto que un 22 de Marzo nació mi tía Omaira, "la cara más bonita de la familia Genó" en su época. Décima hija de una cadena de trece hermanos, en la que mi madre figuraba como la cuarta debutante y primera de su sexo. Razones de sobra para que cambiara temprano su muñeca preferida , por un banquillo de madera, que le aseguraría llegar con más precisión a los platos y casuelas sucias de tan larga prole. 
A pesar de todo, recuerdo a Ondina, digna capricorniana , nacida justo con el año nuevo; casi siempre felíz. Fue ella quién se ocupó de mi tía durante su preñez . Fue quien le procuró los padrinos a la niña, y por supuesto ¿quién serían si no mi padre y mi hermana?
 La niña fue creciendo rodeada de cariño y mimos que el tiempo obsequió con  un papá  maravilloso y un hermano travieso. Resultó  ser la nieta preferida, la sobrina-hija añorada y una prima protectora que me colmó de momentos felices mi tierna adolescencia.
 Entonces le llegó el turno a mi tía Odila, la "benjamina" . A pesar del esmero de mi abuela , de tantas escuelas de monjas, clases de mecanografía y de corte y costura. Pues, nada ,la mujer se enamoró de un "mulato" tabaquero.
Otra vez mi madre, envuelta en el medio de una boda oculta, donde los presentes no pasarían de cuatro.
Nueve meses más tarde...
 -Ondina , ve al hospital y dinos si la niña salió negrita. 
Así  insistía mi abuela Dominga.
De lo siguiente si me acuerdo, porque  para entonces mi memoria despertaba.
Se trata de las visitas al "cuartico" feliz y con olor a limpio y a creolina en el que vivía mi tía con su alegre tabaquero. La niña , que para suerte de mis abuelos parecía bien clarita, heredaba parte de mis atuendos , y digo parte , porque algunos ya merecían mayor uso o "más candela". Recordar que corrían años de modistas, modelitos de cuquitas y cupones de racionamiento. 
Mi tío Carlos tenía una sonrisa franca y llana, me guardaba las "pasitas" que le tocaban en la bodega para incentivar mis visitas y siempre, siempre nos hacía un rico batido de cualquier cosa. Con ello creo que se aseguraba que jamás lo olvidaría. 
Pero la historia no paró ahí. Lo cautivante fue que con el tiempo este buen hombre logró que mis abuelos lo amaran y confiaran en él  como un hijo más. Nada , detalles positivos de los "Genó". 
Hasta  llegó a  "ganarse" un apartamento en Alamar, donde mi tía Odila y sus dos hijas fueron las mujeres más dichosas que conocí, hasta que un día su contagiosa sonrisa se apagó para siempre entre las sábanas blancas  de un hospital y  la compañia de mi madrina.

"Nuestro nido"

Mi madre adoró a mi padre desde que eran unos críos . Crecidos en el mismo pueblo, al cual dijo adiós un día con una niña en los brazos y   rumbo a "La Habana" , donde partió a labrarse una vida, junto al hombre que amaba.
Orgullosa de su marido y "enamorada" de sus hijos.
-Los cuatro se parecen a su padre.
Aseguraba presuntuosa, mientras enfatizaba, 
-Pero Rolando tiene el carácter mio.
Y razón no le faltaba, mi hermano mayor era alegre, cariñoso, familiar y trabajador.
 Robusto como una Ceiba y melancólico cual Sauce Llorón.
En la mente lo percibo en la playa con mis sobrinos y en la cocina lo huelo de "casuelero" como el Chef de los Espaguetis . 
Discutiendo con mi padre de cualquier tema o por hasta por  pagar la cuenta en  un restaurante campestre. Harto ya de comer carne de puerco, dulce de guayaba y beber cerveza con "sopa de tomate". 
Otras tantas veces ,"fugarse" de su mujer y sus hijos para refugiarse en casa y pedirle  a mima.
-Vieja, hazme una tortilla de papas como solo tú sabes hacer.
Entonces, ponía su viejo long play de "Los Zafiros", se tumbaba en el butacón de la sala y luego, silenciosamente   marchaba.
También recuerdo aquellos días amargos del 75 cuando mi madre sabía a su hijo entre el fuego de Angola. La carta soldadesca que le envié jurándole fidelidad a mi patria y mi encomiable destino como " joven comunista". 
Rememoro después su llegada , los pullovers rojos con la imagen de Agostino Neto que no tardamos  en estrenar en la mejor salida de entonces. Porque en esos años, la felicidad tenia el claro color de la sencillez.
A saber como te las arreglaste para traernos intactos desde Baracoa  aquellos legendarios cucuruchos de coco .
Me regalaste mi primer par de "popis" blancos que me acompañaban día a día  en mi camino a la Cujae, también aquellas camisetas provocativas ,que más tarde descubrimos que eran de Play Boy. 
...Luego, luego no se bien que nos pasó.
Creo que nunca te llegué a contar que en el 2006 cuando llegué a Nueva Delhi, me recibió un viejo compañero tuyo y me dijo;

-! Eres la hermana de Rolando Escandell!  Te ví  una vez de  niña , pero no hay dudas , te le pareces mucho.
Hoy , a casi una semana de tu desaparición , justo un 22 de Marzo, es que comienzo a razonar tu pérdida.
Si algo bueno tiene la distancia es que solo mantiene vivo el sabor aquel que  nuestro cerebro, estado mayor  y puesto de mando de todas nuestras acciones, nos permite atesorar.
Ahora, ahora solo me dejas este dolor invisible que no me quiere salir del pecho. 

Pero aún me quedan " Los Zafiros".
Entonces ya te imagino andando por esa Habana tan tuya, ...tan nuestra.


viernes, 18 de marzo de 2011

Parecido tema, diferente orilla.


Una vez escribí , 
...Somos el resultado  de un amasijo  de  olores y colores donde el  negro , el cobrizo , el amarillo , el blanco ,se juntan  formando  una masa  febril y ardiente.
Quinientos años fundiéndose  pieles , cabellos ,culturas e idiomas . Se han mezclado dioses y santos , corazones y sangre , dejando  plasmado como  trazo   final   la más loable  obra , nuestra  identidad.  
Acudimos a cualquier llamado ,  venga  de un toque de tambor o una corneta , nos meneamos sin control   al ritmo de una lata y un palo , preferimos la estrépida risa a la  forzada sonrisa , la guasa  a la congoja  , el rón al vino ,compartir en bochornosos apartados y luego , agradecidos , caer vencidos entre las finas  cuerdas de un violín ... 
...y es así de simple , somos cubanos.
El cubano blanco

Por Esteban Fernandez

Los blancos cubanos llegamos al exilio en busca de libertad y la encontramos, pero de paso perdimos la “blancura”. Nuestro pasaporte dice “blanco”, el acta de nacimiento dice “blanco”, pero nadie que no sea cubano nos acepta aquí que somos “blancos”.

Los que en determinados casos nos entrevistan para un trabajo nos dan un papelito para llenar donde en algún lugar nos preguntan: “Race?” y contestamos “White”, el entrevistador lo lee, nos mira de nuevo de arriba a abajo y con una risita sardónica escribe en la planilla: “Brown, Hispanic, Latin”, o lo que se les ocurra, todo menos “white”.

Hay cubanos rubios, de ojos azules, blancos como la nata, y a simple vista pueden “pasar por blancos” pero desde el mismo instante en que sé identifican como “González, Pérez o Fernández” ya se les “acabó el tumbao” de ser blancos… Supongo que pensarán: “Este es un HISPANIC que se pintó el pelo, se puso lentes de contacto azules, y se le viró un pomo de leche encima”. Si usted discute, si usted defiende su “blancura”, lo único que logra es que todos crean que usted “está avergonzado de sus raíces sepias”…

Inclusive dentro de nuestras propias casas, nuestros propios hijos no están muy claros en eso de que “son blancos”, y la hija va a salir a pasear con un muchachito americano y le preguntamos: ” Mi niña ¿con quién vas a salir?” Y nos responde: “Oh, papá, con un WHITE BOY de la escuela”… Y bravos le contestamos: “Chica y ¿qué cosa eres tú, tú no sabes que TU TAMBIEN ERES UNA WHITE GIRL FROM HAVANA”.

Pero de eso nada, los muchachos criados aquí, en su inmensa mayoría, ya han aceptado la noción de que “blancos son los americanos, los ingleses, los alemanes”, y ellos ( a pesar de que sus padres consideran que son ”blancos”) tienen la tendencia a creer lo que les han inculcado desde el Kindergarten. Entonces nos ponemos bravos con la pobre muchachita y hasta le soltamos un par de gritos y le decimos: “¡Bueno, chica, entonces dile a todo él mundo que eres CUBANA, diles que eres de Cuba, y pal’ diablo!”

Y también algunas personas en forma de reproche nos dicen: “El problema de los cubanos es que SE CREEN BLANCOS”… Y yo me miro en el espejo y pienso: “Ñooo tremendo problema éste ¿qué hago ahora, como resuelvo este asunto?”. No sé si ir a la tienda y comprarme una latica de betún carmelita y ponérmelo en la cara y en el cuerpo para demostrarles la aceptación de mi equivocación, o echarle la culpa a mis padres quienes cometieron él error garrafal de llevarme al Juzgado e inscribirme allí como “blanco”…

O mejor, la culpa recae sobre mi abuela catalana, Concepción Roig, quien no se dio cuenta que al tener hijos en un país latinoamericano, al inscribirlos, debió aclarar: “Yo soy blanca, pero mis hijos POR HABER NACIDO EN CUBA son un par de inditos con levitas, por lo tanto Enrique Fernández Roig es Taíno y Esteban es Siboney”.

Esa hubiera sido la perfecta. A mí me parece que la mayoría de la gente en nuestro entorno se sentiría más complacida si nosotros los cubanos aceptáramos con orgullo que la mayoría somos descendientes directos de las razas sufridas de los tainos y los siboneyes, y los demás no estamos seguros si somos Congos o somos Carabalí…

Total, al final de la jornada, todo eso de raza, de color de la piel, es basura, y lo único importante, la única división entre los seres humanos debe ser entre “buenos y malos”, y honestamente en la actualidad yo me siento orgulloso solamente de tres cosas: de ser HOMBRE, de ser CUBANO, y de ser LO MEJOR POSIBLE. ¿La raza? Ya me da lo mismo si soy MORADO CLARO o soy AZUL AÑIL. Y me encanta cuando una amiga mía china- cubana me llama “mulato”.

Amabilidad del autor.





miércoles, 16 de marzo de 2011

Maneja por el Malecón ; que te acompañe Issac Delgado y recuerda siempre... dar "botellas".

He seleccionado algunos párrafos desde un artículo más extenso publicado en algún blog que leí.
Me sensibilizó el tema por su vigencia ; lo encuentro acertado... y créanme...  

A mi tampoco me lo tuvieron que contar.

Las razas en Cuba

Este es un tema sensible… bueno no para mí: Soy negro, nací en Cuba ¿qué bolá?

El Yoyo   
...Pero a veces leo cosas sobre el tema de las razas en Cuba que me hace pensar que yo soy chino. No hay que dejarse engañar, por todos aquellos empeñados en demostrar que Cuba es el infierno, donde todo y todos son malos. Pero no tan calvo que se le vean los sesos. No es raro encontrarse en la Red gente que te dice: En Cuba hay racismo, los negros son discriminados, son esto y son aquello en Cuba… Incluso aportan estadísticas para demostrarlo, sacadas de un país donde cualquier cosa es confiable menos las estadísticas.
Por eso, pongo mi vida de ejemplo. ¿Por qué a mí no me cerraron las puertas de la Universidad? ¿Cómo es que en el claustro de profesores habían tantos negros, algunos de ellos doctores en ciencias técnicas? ¿Cómo es posible que el mejor profesor de cálculo en mi época de la Cujae era un negro que incluso no se había graduado aún? ¿Cómo pude yo sin ser hijo de papá, ni tener conocidos influyentes llegar a ocupar un puesto de muchísima responsabilidad en el Ministerio del Turismo? .....
...¿Quién tiró la tiza?
Muchas veces he sido testigo del victimismo de ciudadanos que achacan su precaria situación económica-social a la supuesta desventaja de ser negros. Pero cuando les pregunto: por qué no estudiaste, qué sabes hacer; las respuestas son vagas y deformes. Cuando yo estudiaba en la Universidad y tenía que pasar noches enteras dibujando proyectos o memorizando libros, veía pasar a esos mismos que hoy se quejan en pos de una fiesta y los veía regresar ebrios, casi al amanecer. Después los vi años pegados a la mesa de dominó de la esquina y hoy reclaman el derecho a un puesto para el que sencillamente no están preparados...
... Los problemas de vivienda, falta de derechos, prohibición de movimientos afectan en la misma medida a cada cubano sin importar qué color lleva en la piel. Viví en un solar de La Habana Vieja donde nos hacinábamos un arcoiris de razas, todos con el temor de morir aplastados bajo los escombros de un edificio de más de 150 años en estado calamitoso.
Escribo con conocimiento de causa. Viví más de 30 años en Cuba y llegué a ser un profesional respetado (en los límites que deja la isla).