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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Erase una vez un sello al alcance de mi mano.


Corea del Norte, un país de alrededor de 23 millones de habitantes, incapaz de producir la comida que necesita para alimentarse , o tan solo de comprarla con los recursos que genera en otro tipo de actividades . Sin embargo, al mismo tiempo mantiene un ejército de más de un millón de personas y a una privilegiada elite clasista.
 Esto no solo señala un nivel de anomalía importante, sino se tuviera en cuenta que una gran parte de la población infantil se encuentra desnutrida.





miércoles, 10 de agosto de 2011

Las tres Marías y el niño Julián.

Deambulaban cada día por las mismas calles de Santiago, siempre a las dos en punto, arregladas con una ropa y un maquillaje tan colorido como extravagante. Mucha gente en la ciudad recuerda a las inseparables hermanas Coralia y Maruxa, más conocidas como Las Marías, dos emblemáticos personajes de Compostela a los que los turistas y las nuevas generaciones sólo conocen por la estatua que les rinde homenaje en la entrada del parque de la Alameda.

Sin embargo, su triste historia se remonta a los inicios de la guerra civil. Bajo esa fama de demencia que les precede hasta hoy, escondían un drama personal que no todos conocen, el cual tuvo como telón de fondo la Guerra Civil.

Cuentan que los falangistas las maltrataron para averiguar el paradero de sus hermanos. A horas intempestivas de la noche, registraban y desbarataban la vivienda, las desnudaban en la vía pública para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago. Fue así que, con poco más 20 años, la vida de Las Marías se convirtió en un mal sueño que se prolongó desde el inicio de la guerra hasta mediados de los años 40. Renunciaron al trabajo de costureras, oficio que venían desempeñando junto a su madre, porque los clientes dejaron de llevarles ropa por recelo a verse involucrados. Vivían prácticamente gracias a la caridad de los vecinos.

Manifestaron su locura mostrándose rebeldes contra la sociedad.

Las Marías nunca pasaron inadvertidas, no sólo por su llamativa vestimenta y sus rostros maquillados con polvos de arroz, sino por su actitud. Ellas piropeaban a los hombres y flirteaban con los estudiantes, algo que no se le ocurría a ninguna otra mujer.

Diferentes por temperamento, Coralia la menor y más alta, tímida y poco habladora, mientras que Maruxa, más pequeña llevaba la voz cantante.

Lo cierto es que quienes no se rebelaban por temor distinguían en esas inofensivas mujeres un grito de libertad y por encima de su pesar, un canto a la vida.

                                                    Julia

Julia vive en Vigo y es un personaje singular, casi pintoresco, de esos que solo imaginaste existir en las pantallas de tu infancia.

Quizás te inmortalice a ese viejo y lánguido profesor de baile: Un dos tres, un. dos tres; que habitaba en viejas academias y palacios inventados. O tal vez te remonte a la severa institutriz que angustiaba a los niños de las familias ricas. Este pasaje nos hacía a menudo reflexionar la ventaja que teníamos de ser pobres…aunque, a decir verdad, muy corto tiempo nos duraba ese pensamiento.

Pero Julia irrumpe con su inmaculada bata de médico bien alisada, (sabido es que nunca estudió carrera). Por siempre compañía, la de sus cansados zapatos de estilete y cuero que honrosamente sostienen la osamenta de su casi metro ochenta. Delgada, pelo rizo, corto y entrecano que defiende un supremo mentón coronado por una nariz de sabio tucán que se abre camino a unos ojos velados por gruesos cristales, ceñidos a recias armaduras de pasta.

Precisa a vista fría, jovial a segundas miradas. Esconde su vergüenza y se escurre timorata tras un cortinón de pedantes chácharas y desbordantes   monsergas. 

De paciencia infinita con los enfermos, a quienes recorre con manos inmensas y arteriales al tiempo que, con risible garbo contonea su cuerpo al compás de “La danza del fuego”.

- ¡Abran los ojos y vean que maravilloso día de niebla tenemos hoy!  – les comenta en tanto realiza apuntes cotidianos e insulsos en su gran bitácora.

 Pero no te extrañe además si la encuentras peinando cual diestra peluquera o zurcir como el más delicado sastrecillo. Para luego y ante nuestro asombro, desmontar una puerta o una ventana con mayor agilidad que el propio Hércules.

Susurran de que vive con su madre y llegó en un vendaval marino.

Otros cuentan de una tía solterona a la que en   las frías tardes protege, cobija y cuida con desvelo.

Dicen que permanece virgen, murmuran que no ha conocido amor.

A mí me antoja pensar que disimula otra pena que distingo como un dolor furtivo, se me ocurre como una fiera encrespada.

Adivino que se esconde en un viejo armario donde quedaron atrapados para siempre unos aburridos   pantalones. Hasta me atrevería asegurar que se tratan de los mismos calzones que antaño pertenecieron a un tímido chiquillo de nombre Julián.






miércoles, 27 de julio de 2011

El precio de tu corazón.



 "Aprendí pronto que al emigrar se pierden las muletas que han servido de sostén hasta entonces, hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo y a nadie le importa de dónde uno viene o qué ha hecho antes".
 Isabel Allende.





 

-Le pondremos por nombre Hayat, significa “Vida”.  - decidió su padre cuando nació su novena hija.

Llegaba al mundo atravesada en el vientre, en una única habitación de la mejor casa de piedra de su vecindad, bajo los gritos y alaridos de una joven mujer, que contorsionaba entre fuertes retortijones que cuatro diestras comadronas no lograban apaciguar.

Trece largas horas de grasientos ungüentos, calientes toallas, de ir y venir, de cuantiosas plegarias.  No quedaban ya emplastos de hierbas y alheña para sofocar las fluentes hemorragias. Entonces y muy lentamente emergió un pie, luego otro, ocasión aprovechada por la experimentada Bashira para lograr desprender el cuerpecillo, que cual incrustada hiedra se aferraba a las entrañas de su ya débil madre, cuyo frágil corazón quedaría para siempre lastimado.

Para Bushra, que apenas contaba veinticinco años, Hayat era el resultado de un concertado matrimonio que había comenzado   catorce años antes y ya contaba en su haber cinco varones y tres hembras.

-Me casé con tu padre cuando cumplí once años, hija mía. Él tenía   dieciocho, pero me supo esperar hasta que me bajó la “regla” …tuve mucha suerte, porque me “respetó” hasta entonces.

Sí que fue esa una bendición comparada con el destino de otras niñas, que eran deshojadas por ardientes esposos sin haber aún brotado a la pubertad.

No le gustaban las hembras a su padre Abdul, pero esta niña que iba creciendo con risos enmarañados y rebeldes, cabeza soñadora y mirada penetrante, le infundía un sentimiento especial y al mismo tiempo contradictorio por el que era capaz lo mismo de repudiarse, como correr ante el mínimo daño que la acechara.

-Tus tres hermanas están honorablemente casadas y tus torpes hermanos abandonaron los libros.  – les dijo a los catorce años...luego agregó,

-No tengo lujos que ofrecerte, pero te pagaré estudios y con eso te podrás valer si algún día lo necesitas.

Fue así que estudió francés y asistió a clases de secretariado.

Tampoco escapó del matrimonio, el Sadaq que la familia de Jamil ofreció a sus padres por esa unión le aportaron parte del fino ajuar y algunas joyas necesarias para el día de la boda.

  Asistió a la celebración con diecinueve años y para honor suyo y de su familia, era virgen e inmaculada. Sentía terror solo de pensar lo que fuera de ella de haberle ocurrido lo mismo que a su amiga Ximena, la que haciendo gala de su nombre se entregó a destiempo a un irresistible pasajero valenciano. Luego, para poder casarla, la familia gastó en secreto una auténtica fortuna para enmendar el himen perdido de la atolondrada muchacha.   

-! No vale como mujer, es estéril, ¡fría como piedra y tiene mal carácter!

Así fue devuelta Hayat a su casa materna tras cinco años de infelicidad. Su padre, avergonzado por una parte y aliviado por otro, consintió el divorcio de su hija menor, no sin antes preguntarle.

-Hija mía, si quieres lo obligo a permanecer casado, pero solo si quieres.

Ella estaba feliz, y esta parte de la historia me es fácil imaginarla, porque, aunque no lo presencié, segura estoy que no fue necesaria otra respuesta.

Siguieron años de prosperidad y trabajaba como eficiente secretaria. En su casa descubría día a día asombrosos parecidos a su progenitor, quien cada vez se acostumbraba más a vivir con su hija.

Por años había cuestionado su rara predilección por llevarse a la boca esas mezclas impropias de carne y comida. Sabía que era un insulto devorarlas juntas. Entonces se fijó en su padre, quien también saltaba ese patrón.

-Pero si es que te pareces a mí.  – le dijo en tosca complicidad

-Sí, será que ahora yo me parezco a ti y no tú a mí.  -respondió sereno.

Mientras, el corazón de Bursha daba sus últimos bombeos. Su cuerpo, que antes fuera el de una hembra deseada, se reducía en grosor y tamaño.

-Hará falta un marcapasos de “oro”- dijeron los médicos, de lo contrario morirá.

Más de un millón y medio de dírham se necesitarían y Bursha sería intervenida sin dilación alguna.

-No vendas tus tierras-    así aconsejaban los amigos de Abdul.

-Piensa Abdul.  Si muere en la operación, perderás todo tu dinero. De lo contrario, podrás desposar a una mujer más joven.

Entonces Hayat reaccionó como ninguno de sus ocho hermanos fueron capaces de hacerlo.

-Padre, si te quedas en la ruina por pagar la cirugía, yo te ayudaré.

Si ella muere durante el proceso, igual te protegeré. No dejaré que pases hambre como tampoco tú lo permitiste con nosotros.

Pero si mi madre muere por tu mezquindad, escucha bien padre, no te lo voy a perdonar y por siempre te retiraré mi palabra.

Toda esa noche lloró Abdul.  Aún no se habían despertado los presumidos gallos cuando partió rumbo a la gran ciudad.


Hace doce años Hayat se vino a España. Dos de ellos necesarios para pagar sus deudas de viaje.

Hace mucho que sus padres viven tranquilos. Ella les envía mensualmente suficiente remesa para que no les falte pan ni medicinas.

Si que ha trabajado duro Hayat, cuida ancianos, enfermos, limpia casas. Ha tenido que aprender y asirse a nuevas costumbres que trata de ahogar cuando vuelve a su patria y visita a su familia.

-Porque ellos no encuentran bien que olvide mis antiguos modales en la mesa, pero ahora mismo no recuerdo que se dice cuando quedamos satisfechos con una buena comida, me dice con sonrojo.

Si que trabaja duro Hayat, habla idiomas nuevos, e incluso bajo otro nombre, María.

Sonríe cuando piensa en sus padres visitando la plaza vieja, comprando un pez grande y vivo, gracias al dinero que tanto gusto le proporciona enviar.

Pero sonríe también con picardía de niña traviesa cuando repasa su mente y encuentra entre sus memorias que tampoco ha olvidado su fino francés, aquel que aprendió durante sus clases de secretariado.

 



lunes, 28 de marzo de 2011

Los "Zafiros", La Habana; y mi hermano Rolando.





-¿Y de qué escribiré ese día? 

Me preguntaba a medida que se acercaba el primer año de la publicación de este rinconcillo mío, sumergido en esta gran constelación que es Internet. 
Es cierto que un 22 de Marzo nació mi tía Omaira, "la cara más bonita de la familia Genó" en su época. Décima hija de una cadena de trece hermanos, en la que mi madre figuraba como la cuarta debutante y primera de su sexo. Razones de sobra para que cambiara temprano su muñeca preferida , por un banquillo de madera, que le aseguraría llegar con más precisión a los platos y casuelas sucias de tan larga prole. 
A pesar de todo, recuerdo a Ondina, digna capricorniana , nacida justo con el año nuevo; casi siempre felíz. Fue ella quién se ocupó de mi tía durante su preñez . Fue quien le procuró los padrinos a la niña, y por supuesto ¿quién serían si no mi padre y mi hermana?
 La niña fue creciendo rodeada de cariño y mimos que el tiempo obsequió con  un papá  maravilloso y un hermano travieso. Resultó  ser la nieta preferida, la sobrina-hija añorada y una prima protectora que me colmó de momentos felices mi tierna adolescencia.
 Entonces le llegó el turno a mi tía Odila, la "benjamina" . A pesar del esmero de mi abuela , de tantas escuelas de monjas, clases de mecanografía y de corte y costura. Pues, nada ,la mujer se enamoró de un "mulato" tabaquero.
Otra vez mi madre, envuelta en el medio de una boda oculta, donde los presentes no pasarían de cuatro.
Nueve meses más tarde...
 -Ondina , ve al hospital y dinos si la niña salió negrita. 
Así  insistía mi abuela Dominga.
De lo siguiente si me acuerdo, porque  para entonces mi memoria despertaba.
Se trata de las visitas al "cuartico" feliz y con olor a limpio y a creolina en el que vivía mi tía con su alegre tabaquero. La niña , que para suerte de mis abuelos parecía bien clarita, heredaba parte de mis atuendos , y digo parte , porque algunos ya merecían mayor uso o "más candela". Recordar que corrían años de modistas, modelitos de cuquitas y cupones de racionamiento. 
Mi tío Carlos tenía una sonrisa franca y llana, me guardaba las "pasitas" que le tocaban en la bodega para incentivar mis visitas y siempre, siempre nos hacía un rico batido de cualquier cosa. Con ello creo que se aseguraba que jamás lo olvidaría. 
Pero la historia no paró ahí. Lo cautivante fue que con el tiempo este buen hombre logró que mis abuelos lo amaran y confiaran en él  como un hijo más. Nada , detalles positivos de los "Genó". 
Hasta  llegó a  "ganarse" un apartamento en Alamar, donde mi tía Odila y sus dos hijas fueron las mujeres más dichosas que conocí, hasta que un día su contagiosa sonrisa se apagó para siempre entre las sábanas blancas  de un hospital y  la compañia de mi madrina.

"Nuestro nido"

Mi madre adoró a mi padre desde que eran unos críos . Crecidos en el mismo pueblo, al cual dijo adiós un día con una niña en los brazos y   rumbo a "La Habana" , donde partió a labrarse una vida, junto al hombre que amaba.
Orgullosa de su marido y "enamorada" de sus hijos.
-Los cuatro se parecen a su padre.
Aseguraba presuntuosa, mientras enfatizaba, 
-Pero Rolando tiene el carácter mio.
Y razón no le faltaba, mi hermano mayor era alegre, cariñoso, familiar y trabajador.
 Robusto como una Ceiba y melancólico cual Sauce Llorón.
En la mente lo percibo en la playa con mis sobrinos y en la cocina lo huelo de "casuelero" como el Chef de los Espaguetis . 
Discutiendo con mi padre de cualquier tema o por hasta por  pagar la cuenta en  un restaurante campestre. Harto ya de comer carne de puerco, dulce de guayaba y beber cerveza con "sopa de tomate". 
Otras tantas veces ,"fugarse" de su mujer y sus hijos para refugiarse en casa y pedirle  a mima.
-Vieja, hazme una tortilla de papas como solo tú sabes hacer.
Entonces, ponía su viejo long play de "Los Zafiros", se tumbaba en el butacón de la sala y luego, silenciosamente   marchaba.
También recuerdo aquellos días amargos del 75 cuando mi madre sabía a su hijo entre el fuego de Angola. La carta soldadesca que le envié jurándole fidelidad a mi patria y mi encomiable destino como " joven comunista". 
Rememoro después su llegada , los pullovers rojos con la imagen de Agostino Neto que no tardamos  en estrenar en la mejor salida de entonces. Porque en esos años, la felicidad tenia el claro color de la sencillez.
A saber como te las arreglaste para traernos intactos desde Baracoa  aquellos legendarios cucuruchos de coco .
Me regalaste mi primer par de "popis" blancos que me acompañaban día a día  en mi camino a la Cujae, también aquellas camisetas provocativas ,que más tarde descubrimos que eran de Play Boy. 
...Luego, luego no se bien que nos pasó.
Creo que nunca te llegué a contar que en el 2006 cuando llegué a Nueva Delhi, me recibió un viejo compañero tuyo y me dijo;

-! Eres la hermana de Rolando Escandell!  Te ví  una vez de  niña , pero no hay dudas , te le pareces mucho.
Hoy , a casi una semana de tu desaparición , justo un 22 de Marzo, es que comienzo a razonar tu pérdida.
Si algo bueno tiene la distancia es que solo mantiene vivo el sabor aquel que  nuestro cerebro, estado mayor  y puesto de mando de todas nuestras acciones, nos permite atesorar.
Ahora, ahora solo me dejas este dolor invisible que no me quiere salir del pecho. 

Pero aún me quedan " Los Zafiros".
Entonces ya te imagino andando por esa Habana tan tuya, ...tan nuestra.


viernes, 18 de marzo de 2011

Parecido tema, diferente orilla.


Una vez escribí , 
...Somos el resultado  de un amasijo  de  olores y colores donde el  negro , el cobrizo , el amarillo , el blanco ,se juntan  formando  una masa  febril y ardiente.
Quinientos años fundiéndose  pieles , cabellos ,culturas e idiomas . Se han mezclado dioses y santos , corazones y sangre , dejando  plasmado como  trazo   final   la más loable  obra , nuestra  identidad.  
Acudimos a cualquier llamado ,  venga  de un toque de tambor o una corneta , nos meneamos sin control   al ritmo de una lata y un palo , preferimos la estrépida risa a la  forzada sonrisa , la guasa  a la congoja  , el rón al vino ,compartir en bochornosos apartados y luego , agradecidos , caer vencidos entre las finas  cuerdas de un violín ... 
...y es así de simple , somos cubanos.
El cubano blanco

Por Esteban Fernandez

Los blancos cubanos llegamos al exilio en busca de libertad y la encontramos, pero de paso perdimos la “blancura”. Nuestro pasaporte dice “blanco”, el acta de nacimiento dice “blanco”, pero nadie que no sea cubano nos acepta aquí que somos “blancos”.

Los que en determinados casos nos entrevistan para un trabajo nos dan un papelito para llenar donde en algún lugar nos preguntan: “Race?” y contestamos “White”, el entrevistador lo lee, nos mira de nuevo de arriba a abajo y con una risita sardónica escribe en la planilla: “Brown, Hispanic, Latin”, o lo que se les ocurra, todo menos “white”.

Hay cubanos rubios, de ojos azules, blancos como la nata, y a simple vista pueden “pasar por blancos” pero desde el mismo instante en que sé identifican como “González, Pérez o Fernández” ya se les “acabó el tumbao” de ser blancos… Supongo que pensarán: “Este es un HISPANIC que se pintó el pelo, se puso lentes de contacto azules, y se le viró un pomo de leche encima”. Si usted discute, si usted defiende su “blancura”, lo único que logra es que todos crean que usted “está avergonzado de sus raíces sepias”…

Inclusive dentro de nuestras propias casas, nuestros propios hijos no están muy claros en eso de que “son blancos”, y la hija va a salir a pasear con un muchachito americano y le preguntamos: ” Mi niña ¿con quién vas a salir?” Y nos responde: “Oh, papá, con un WHITE BOY de la escuela”… Y bravos le contestamos: “Chica y ¿qué cosa eres tú, tú no sabes que TU TAMBIEN ERES UNA WHITE GIRL FROM HAVANA”.

Pero de eso nada, los muchachos criados aquí, en su inmensa mayoría, ya han aceptado la noción de que “blancos son los americanos, los ingleses, los alemanes”, y ellos ( a pesar de que sus padres consideran que son ”blancos”) tienen la tendencia a creer lo que les han inculcado desde el Kindergarten. Entonces nos ponemos bravos con la pobre muchachita y hasta le soltamos un par de gritos y le decimos: “¡Bueno, chica, entonces dile a todo él mundo que eres CUBANA, diles que eres de Cuba, y pal’ diablo!”

Y también algunas personas en forma de reproche nos dicen: “El problema de los cubanos es que SE CREEN BLANCOS”… Y yo me miro en el espejo y pienso: “Ñooo tremendo problema éste ¿qué hago ahora, como resuelvo este asunto?”. No sé si ir a la tienda y comprarme una latica de betún carmelita y ponérmelo en la cara y en el cuerpo para demostrarles la aceptación de mi equivocación, o echarle la culpa a mis padres quienes cometieron él error garrafal de llevarme al Juzgado e inscribirme allí como “blanco”…

O mejor, la culpa recae sobre mi abuela catalana, Concepción Roig, quien no se dio cuenta que al tener hijos en un país latinoamericano, al inscribirlos, debió aclarar: “Yo soy blanca, pero mis hijos POR HABER NACIDO EN CUBA son un par de inditos con levitas, por lo tanto Enrique Fernández Roig es Taíno y Esteban es Siboney”.

Esa hubiera sido la perfecta. A mí me parece que la mayoría de la gente en nuestro entorno se sentiría más complacida si nosotros los cubanos aceptáramos con orgullo que la mayoría somos descendientes directos de las razas sufridas de los tainos y los siboneyes, y los demás no estamos seguros si somos Congos o somos Carabalí…

Total, al final de la jornada, todo eso de raza, de color de la piel, es basura, y lo único importante, la única división entre los seres humanos debe ser entre “buenos y malos”, y honestamente en la actualidad yo me siento orgulloso solamente de tres cosas: de ser HOMBRE, de ser CUBANO, y de ser LO MEJOR POSIBLE. ¿La raza? Ya me da lo mismo si soy MORADO CLARO o soy AZUL AÑIL. Y me encanta cuando una amiga mía china- cubana me llama “mulato”.

Amabilidad del autor.





miércoles, 16 de marzo de 2011

Maneja por el Malecón ; que te acompañe Issac Delgado y recuerda siempre... dar "botellas".

He seleccionado algunos párrafos desde un artículo más extenso publicado en algún blog que leí.
Me sensibilizó el tema por su vigencia ; lo encuentro acertado... y créanme...  

A mi tampoco me lo tuvieron que contar.

Las razas en Cuba

Este es un tema sensible… bueno no para mí: Soy negro, nací en Cuba ¿qué bolá?

El Yoyo   
...Pero a veces leo cosas sobre el tema de las razas en Cuba que me hace pensar que yo soy chino. No hay que dejarse engañar, por todos aquellos empeñados en demostrar que Cuba es el infierno, donde todo y todos son malos. Pero no tan calvo que se le vean los sesos. No es raro encontrarse en la Red gente que te dice: En Cuba hay racismo, los negros son discriminados, son esto y son aquello en Cuba… Incluso aportan estadísticas para demostrarlo, sacadas de un país donde cualquier cosa es confiable menos las estadísticas.
Por eso, pongo mi vida de ejemplo. ¿Por qué a mí no me cerraron las puertas de la Universidad? ¿Cómo es que en el claustro de profesores habían tantos negros, algunos de ellos doctores en ciencias técnicas? ¿Cómo es posible que el mejor profesor de cálculo en mi época de la Cujae era un negro que incluso no se había graduado aún? ¿Cómo pude yo sin ser hijo de papá, ni tener conocidos influyentes llegar a ocupar un puesto de muchísima responsabilidad en el Ministerio del Turismo? .....
...¿Quién tiró la tiza?
Muchas veces he sido testigo del victimismo de ciudadanos que achacan su precaria situación económica-social a la supuesta desventaja de ser negros. Pero cuando les pregunto: por qué no estudiaste, qué sabes hacer; las respuestas son vagas y deformes. Cuando yo estudiaba en la Universidad y tenía que pasar noches enteras dibujando proyectos o memorizando libros, veía pasar a esos mismos que hoy se quejan en pos de una fiesta y los veía regresar ebrios, casi al amanecer. Después los vi años pegados a la mesa de dominó de la esquina y hoy reclaman el derecho a un puesto para el que sencillamente no están preparados...
... Los problemas de vivienda, falta de derechos, prohibición de movimientos afectan en la misma medida a cada cubano sin importar qué color lleva en la piel. Viví en un solar de La Habana Vieja donde nos hacinábamos un arcoiris de razas, todos con el temor de morir aplastados bajo los escombros de un edificio de más de 150 años en estado calamitoso.
Escribo con conocimiento de causa. Viví más de 30 años en Cuba y llegué a ser un profesional respetado (en los límites que deja la isla).





lunes, 28 de febrero de 2011

Tiempos de Festival.


En estos días me mimé un poco  y salí de teatro.
Para mi total complacencia , asistí a una de esas obras que cuando terminan dan ganar de alzarte , elogiar el esfuerzo y mostrar gratitud a tanta satisfacción recibida con un sonoro y largo aplauso.
Contrario a mis expectativas, nada sucedió. Nos limitamos a quedar  pegados a la cómoda butaca y desde allí, aprobamos  mesuradamente  el desempeño de los actores, como si de  evitar dañar se tratara con ello  la fina capa de nuestras  manos.
Es   entonces cuando no puedo evitar recurrir  a los días "invernales" de Festival de Cine en la Habana.  Aquellos  hermosos años  de  esperados Diciembres y concentrados estrenos.
Filmes como “Camila”, “Esperando la Carroza”, “Momentos”, “Fresa y Chocolate”; y tantos y tantos más, que desencadenaban un estrépito de sillas abandonadas al compás  de desbordantes ovaciones….
…Sencillo de explicar, para el cubano de pueblo no es preciso una gran obra, un reflexivo  corto puede ser digno de  exaltar.
El Festival de Teatro también se convirtió por años en esperado certamen y descubrimiento obligado de excelentes actores y directores.
Monólogos excelentes como “El Pan“ pusieron de pie por entero  al Cine-Teatro Fausto, allá por el año 2000.
Tratando de distraerme con una revista  me encuentro con varias "reflexiones"  de un actor que conmocionó mi mundo en época de Universidad, no precisamente por “Galán”, sino por su papel en una de aquellas películas que colorearon rosa las palmas de mis manos.
Se trata de  Dario Grandinetti  ,  a quien ví por vez primera  en el largometraje “Darse Cuenta”, todo un clásico del cine argentino.
Definida como una  historia simple , pero a la vez profunda ,cuenta la relación profesional y afectiva entre un médico fracasado y un muchacho internado al que la medicina da por muerto. 
Basada en los encuentros y desencuentros  de un grupo de personajes sumidos en la rutina urbana, que tratan a toda costa de rescatar con simplicidad trágica y fortaleza los sentimientos que hacen grandes a los seres humanos, pero luchando sobre todo por mantener  viva  la ética y la dignidad.

Después de tantos años y previendo el alto  índice de  desmesurada vanidad   y superficialidad de nuestros días, no me alarmo con lo leído en la supuesta entrevista. Diría que hasta me halagaron  un tanto sus declaraciones.
Darío Grandinetti (Marzo 5 ,1959)
 Dice así:
 Reconoce notables diferencias de género y está convencido de que las mujeres comprenden mejor a los hombres que ellos a ellas.
Aclara que para las mujeres es más esencial la relación con los hombres, mientras que a los hombres  les  interesa más que  valoren su trabajo antes  que ocuparse de las féminas.
Somos unos egoístas, confiesa.
Agrega,
Nosotros andamos más perdidos por el mundo, mientras que las mujeres “son más cerebrales, saben lo que les pasa y lo que no quieren que les ocurra, ellas no se comen tanto el coco”
Cuenta que habitualmente  se siente atraído por los caracteres que no le convienen…, aunque reconoce que es más fácil entenderlas  en el teatro que en la vida… Ellas nunca dejan de sorprenderme, confiesa entre risas.
No se  ustedes. Yo  mientras tanto prefiero quedarme con la canción que acompañaba  el filme.