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miércoles, 9 de octubre de 2024

Un Angel eterno para el bolero

 Antonio Machín es conocido mundialmente como el Rey del bolero


Su primer gran éxito fue "El manisero", de Moisés Simons, tema que el cantante cubano popularizó en el Broadway de 1930, acompañado por la orquesta de Don Aspiazu para la compañía Victor de Nueva York, constituyó el primer éxito millonario en ventas de la música cubana.

Cuando Antonio Machín trajo el son cubano a Sevilla

tomado de ABC Sevilla

Sin firmar un documento, ni mediar un previo aviso, Sevilla y Antonio Machín sellaron un compromiso (eterno) hace ahora más de tres cuartos de siglos. Toda una vida. Porque hace 83 años, el día de Navidad de 1941, en tiempos muy difíciles no sólo para España sino para todo el mundo, debutó en Sevilla aquel artista mulato , son y ron de Cuba, voz con sabor a guayaba y melaza, nacido en Sagua la Grande, hijo de José Lugo, un gallego emigrante, y Leoncia Machín «Mima», una negrita antillana con mucho carácter, madre de muy larga prole, tanta como 17 hijos, y de la que heredó las cualidades para cantar .

Ocurrió en la inauguración de la boîte Hernal , propiedad de los dueños de la confitería La Campana, la familia Hernández Nalda, de ahí el acrónimo que le dio nombre. El establecimiento se hallaba acogido en un edificio del siglo XIX de los arquitectos Ángel Ayala y Balbino Marrón, que se ubica en inmejorable lugar — Plaza Nueva esquina con Tetuán — y fue conocido en un principio como Granja Hernal, por servir leche, chocolate o pastas, y con posterioridad Salones Hernal, donde a pesar del tiempo bélico de finales de los años 30 se anunciaban «conciertos todos los días de seis a nueve» a «precios corrientes», en una Sevilla donde la Gran Venta Eritaña —ecos de «La morena de mi copla» del pasodoble de Alfonso Jofre y Carlos Castellano— ofrecía su «servicio esmerado» de restaurante y bodega selecta.

Meses después, el Hernal procedería a la apertura de sus «espléndidos salones de los altos», destinados a salón de té, baile y bar. Y por fin el día de Navidad de 1941 , en una España con las heridas de la guerra aún en carne viva pero que ansiaba volver a amar y vivir, y con el resto del mundo sobrecogido no sólo por las batallas que se libraban en los campos de Europa desde septiembre de 1939 sino por el alevoso ataque perpetrado casi 20 días antes por Japón contra Pearl Harbor, lo que determinó la inmediata y decisiva entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, en Sevilla fue inaugurada la boîte Hernal con un cartel de lujo: la orquesta Mundial Jazz, del Casino de la Exposición, y la orquesta Miura, dirigida por Juan Sobré, con «su gran elemento de color» Machín , procedente del hotel Ritz de Barcelona y la sala Casablanca de Madrid.

Antonio Machín, siempre embarcado en la aventura, lo que le llevó de Sagua a La Habana, y de ahí, grabado ya «El manisero», a Estados Unidos, y después Europa —Londres, París...—, recaló en Barcelona en septiembre de 1939 huyendo de la guerra y la amenaza nazi. En España —Barcelona, Madrid— luchó por sobrevivir . Y a Sevilla vino en 1941, el año de la fundación de Abengoa, la primera salida de Jesús Despojado, la colocación de la primera piedra de la basílica de la Macarena o las primeras carreras de caballos en Pineda.

El Machín sevillano

Desde la Navidad del 41, esa Navidad que con dulce cantar celebran las almas que saben amar, hasta el 11 de enero de 1942 actuó Machín para una ciudad que lo conquistaría y que él haría suya para siempre. Una Sevilla donde años antes se había establecido como plomero su hermano Juan Gualberto , vecino de la calle Recaredo, quien había trabajado en los pabellones de Cuba, Estados Unidos, Chile... de la Expo del 29. Con él se trajo a su mujer, Herminia Gironda, y su hija mayor, Carmen Emilia. Acá le nacerían otros dos hijos: Enrique y María José.

Machín no tardó mucho tiempo en volver y fue llenando su alma de recuerdos de Andalucía. En Sevilla encontró al amor de su vida . Él, curtido conquistador, se enamoró precisamente en el Hernal de una muchacha mucho más joven, una beldad, Angelita Rodríguez, cordobesa que vivía en el Pasaje Mallol, amiga de la hija del dueño. Él se enamoró de ella, y ella — «el negro es pa mí...» — de él. Sevilla tuvo que ser, como en el bolero de Carmelo Larrea, testigo de un amor que no sería pasto del olvido sino promesa de eternidad. Se casaron el 10 de junio de 1943 en la iglesia de San Luis de los Franceses , sede por entonces de la parroquia de San Julián, cuyo templo hubo de abandonar tras el incendio provocado en 1932 para establecerse en San Marcos, quemada también intencionadamente en 1936.

Cuando Machín volvía por Sevilla para cantar, y antes de tener su chalet en la calle Manuel Mateo, hoy rotulada Antonio Machín, paraba en el Colón, el hotel de los toreros . Entusiasta de los toros, si podía no se perdía una corrida en el Arenal. Le encantaba pasear por el Parque y paraba mucho en el Coliseo España y en el Gran Britz, que no eran franquicias...

A primeros de agosto de 2027 se cumplirán 50 años de su muerte , acaecida en Madrid. Había manifestado expresamente su deseo de que le dieran tierra en Sevilla, donde está inmortalizado en bronce desde diciembre de 2006 frente a la capilla de Los Negritos , hermano que fue de la cofradía como lo fue su hermano Juan, único mulato miembro de junta en el siglo XX. A su sepelio asistió una multitud. Aquella ardiente tarde agosteña alguien depositó sobre su tumba unas vistosas flores. Una admiradora comentó: « No sé si serán gardenias , pero deberían serlo.» 

Su mausoleo es velado desde entonces por un angelito negro .