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miércoles, 9 de julio de 2025

Titiriteros virales , los hilos del poder y la maldad



El complejo mundo de la mente humana

“El que puede hacerte creer absurdos, puede hacerte cometer atrocidades”, Voltaire


Tomado de El Periódico cubano

Por : Jorge Luis León

 Pocas cosas en el universo resultan tan fascinantes y a la vez tan inquietantes como la mente humana. Capaz de alumbrar obras de sublime belleza, de explorar las galaxias, de amar con entrega y construir civilizaciones, también ha sido instrumento de barbaries impensables, de traiciones a la verdad, de odio sistemático y de la más atroz negación de la dignidad humana.

Este artículo no pretende una disección científica ni un tratado filosófico riguroso, sino una reflexión profunda sobre el proceso, tan inquietante como real, por el cual la mente puede cerrarse ante lo evidente, revertir la realidad y llegar a apoyar lo monstruoso como si fuera un bien supremo.


Cuando la mente se cierra: el rechazo a lo evidente

Hay momentos en la historia en que los hechos, por atroces o dolorosos que sean, se imponen con fuerza arrolladora. Y, sin embargo, no todos los seres humanos los reciben con la misma claridad. Algunos reaccionan con alarma y lucidez, pero otros optan por no ver, por reinterpretar, por justificar.

Este fenómeno ha sido abordado por la psicología social con conceptos como disonancia cognitiva (Leon Festinger), que explica cómo, ante una contradicción entre las creencias y la realidad, el ser humano prefiere modificar su percepción de los hechos antes que cuestionar sus convicciones. “Cuanto más dolorosa es la verdad, más resistencia genera”, decía Erich Fromm.


La mente como trinchera ideológica: fanatismo y fe ciega

El nazismo fue una maquinaria de destrucción, pero también una maquinaria de manipulación mental. Hitler no necesitó esclavizar a toda Alemania por la fuerza. Logró que millones creyeran que lo correcto era exterminar al diferente, que lo moral era lo inmoral, que lo humano era prescindible si servía al Estado.

En la URSS, millones fueron arrastrados al gulag, a los campos de trabajo forzado, a las purgas masivas. La mente humana fue programada para repetir eslóganes, para delatar vecinos, para adorar al dictador, aunque sus actos fueran infames. No se pensaba: se obedecía.

Y en el caso cubano, el fenómeno fue todavía más perturbador: miles de personas fueron llevadas a repudiar a sus propios amigos, a agredir familiares por disentir, a marchar por las calles como autómatas con carteles llenos de odio y consignas vacías. ¿Qué ocurrió? ¿Qué fuerza doblegó la razón al punto de hacer del hermano un enemigo?

Cuba, isla culta y cordial, fue testigo de una de las más grandes deformaciones mentales del siglo XX. ¿Cómo se llegó al punto en que miles de cubanos alabaron a un hombre cuyo único legado fue la destrucción? Fidel Castro, ególatra y manipulador, no era ningún héroe: fue un ser cobarde, promotor del odio, responsable del hambre prolongada de un pueblo entero.

Y, sin embargo, se le cantó, se le lloró, se le rindió culto. El proceso mental implicó tres fases:

• Lavado ideológico sistemático, desde la infancia, donde se eliminó la duda como virtud y se castigó la diferencia.

• Ruptura emocional, donde se enseñó que el partido estaba por encima de la familia, y que “ser revolucionario” era más importante que amar a los tuyos.

• Reprogramación moral, donde el acto vil —como delatar o agredir a un vecino por pensar diferente— fue presentado como noble

El resultado: una mente colonizada, incapaz de razonar con independencia. “Nada hay más peligroso que una mente fanatizada: ha dejado de ser libre”, nos advirtió Albert Camus.

El misterio del autoengaño colectivo

Cuando millones marchan con entusiasmo hacia su propia ruina, cuando aplauden a quienes les quitan el pan, cuando proclaman amor eterno a quien los castiga, estamos ante un misterio aterrador.



La mente humana puede ser cómplice de su esclavitud, puede crear una realidad paralela donde la miseria se llama “logro” y el odio se disfraza de justicia. Ese es el gran misterio: la mente no solo puede cerrarse, también puede construir su propio infierno y pintarlo de gloria. Así las cosas.




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