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domingo, 5 de febrero de 2012

Mi primer salario y el suavizador chino.

        

Una mala estiba es como un matrimonio mal llevado, sino se nivela bien, se va por la borda

José Ramón (Papá)

 ·         El primer salario

La Habana, año 81

_ Finalmente que carrera solicitaste hija?

_Pues solicité de primera y única Ingeniería en Transporte Marítimo

Le respondí a mi padre medio entrelíneas, esperando ya el rapapolvo que me venía encima.

_Debes estar loca, te he dicho que eso no tiene futuro aquí. La flota cubana es muy vieja, ya ves al Ingeniero de la empresa que se come los mocos de no tener nada que hacer en todo el puñetero día.

Pero era de esperar esa tozuda decisión por mi parte, desde mi abuelo materno, armador de un pequeño barco de pesca, pasando por mi padre que comenzó de grumete a sus trece años, hasta llegar a mis hermanos, los que al dejar los estudios fueron de cabeza a afanar a los embarcaderos de pescados para luego terminar como buzos de la armada.

Para mí, desde que tengo uso de razón los Domingos se convertían en fiesta cuando acompañaba temprano a mi madre a cruzar la bahía de la Habana en la famosa Lanchita de Regla. Íbamos a visitar a mis tíos y primos.

Siempre me iba a la popa y desde ahí me sedaba con el ruido del motor y la estela que marcaba en el agua turbia la oxidada hélice de la vieja embarcación de madera; soñando con capitanear algún día uno de aquellos monstruos flotantes que serruchaban la rada. Era solo cuestión de darle tiempo al tiempo.

Puerto del Mariel: Año 87 y 88.

¡Qué lejos madre mía! 

Te recuerdo desde mis nocturnas levantadas.

Camino de las seis y aún con la luna, me sentía cual Víctor Mesa* en el Latino-Americano**, tanteando los treinta metros entre las paradas de la ruta 37 y la 68...y a correr a la que llegara primero. De repente, entraba en una especie de” tornado habanero", y sin darme cuenta, ya estaba "montada" y sentada casi en la silla del chofer...
... ¡Todo un lujo!

Al menos no tenía problema en bajarme...iba hasta el final de la odisea.

Corriendo más veloz que una auto marca "Lada” por dentro del túnel de 5ta avenida, para tener que conformarme muchas veces con ver alejándose el amarillo trasero del autobús Girón, el mismo que me debía transportar al distante lugar.

En alguna iglesia cercana tocaban justo las siete campanadas.
Y entonces llegaba el camino, ... Santa Fe, el pueblo pesquero de Jaimanitas, El Salado, ...parada en el "Henequén" y luego en la "Boca". Me bajaba junto a las casetas de madera color verde de las oficinas de Cuba Control Mariel.

Aún hoy veo esperanzas en los brazos abiertos al grupito de "novatos ingenieros", su gente sencilla y llana, los alineados tejadillos rojos de sus oficinas, sus cuadradas y amplias ventanas.

Mientras palpo mi negro pelo enmarañado de cemento y polvo que provoca la cementera cercana, y ese viento del Sur que nada favorece, pienso en la monotonía del viaje de regreso, equivocándome en la cuenta de alguna de tantas facturas de materiales de estiba apilonadas.

Porque el trasiego y llegada barcos de procedencia de puertos del Mar Báltico y de Bilbao era constante.

Desde contenedores que se traían en la cubierta, por tratarse de buques especializados de carga general y llegaban con sus bodegas repletas de tubos, cabillas planchas, chapas, láminas de acero, de aluminio y zinc.

Decenas de estibadores, divididos en brigadas se ocupaban de la lenta descarga, porque en esa época se preparaban las eslingas y cualquier cambio brusco podía desnivelar la bajada.

Los metales llegaban en atados generalmente, pero los sacos de arroz y fertilizante había que bajarlos en mallas o bien colocados sobre paletas de madera, había mercancías que ya llegaban paletizadas previamente haciendo más fácil tanto la estiba como la desestiba.

Los que nos ocupábamos de los contratos de fletamento tratábamos de incluir los términos FIOST ***, de forma tal que de los gastos de la estiba como el trimado se hiciera cargo el Usuario final, pero aún no había manera de no terminar el día entre acaloradas discusiones por todos los involucrados, bromas aparte y algún que otro ojo revirado. Porque así es el trabajo operativo en el puerto, se mete en tu piel y en tus entrañas hasta que te ves escribiéndole algún día.

Fue en esa época que pude conocer varios hombres corajudos, ahí estaba el viejo Colmillo, no me pregunten su verdadero nombre. Era el jefe de los Estibadores y las Tarjadoras**** del Puerto. Se lo había ganado a pulso ya que dicen que comenzó a trabajar como peón desde que ya no recordaba cuando.

Era el quien se ocupaba de que sus trabajadores tomaran abundante leche, mientras descargaban peligrosos cargamentos químicos como la Sosa Cáustica, y como única protección pañuelos de tela atados como tapa bocas.

Fue el quien llevo en sus brazos a la enfermería a Esperanza, la tarjadora pelirroja desmayada por un golpe de calor mientras el carguero “La Lima” zarpaba escorado con enormes piedras de mármol gris y negro con destino Veracruz.

También conocí a Caruncho, el negrito simpático y dicharachero que hablaba el inglés como si fuera de Wisconsin para luego contarme en secreto que no sabía escribirlo.

Y hasta al mítico Malanga, y digo mítico porque fue el primer hombre en recibir un trasplante de corazón y sobrevivir veinte y ocho años para contarlo.

Su nombre era Maximiliano, mulato alto, de cabeza plana y redonda, fuerte para su edad, muy calmado y con un brillo especial en los ojos, como de agradecimiento a la vida.

Su lema era que no conversaba con nadie que estuviese alterado. Siempre fue estibador del puerto, lo respetaban porque era bravío trabajando. Nació en el Mariel y comenzó cargando camiones a los quince años como “Camello”, así le llamaban a los que no tenían contrato y trabajaban para otra persona que era el verdadero dueño del puesto, y por supuesto, se quedaba con la mitad del abono. Pero en su familia eran muchas mujeres y como único varón que era, debía garantizar un plato caliente en la mesa.

Todos los hombres y mujeres del recinto que recuerdo tenían un mismo denominador …Orgullo de ser portuarios y participar en la gran cadena de distribución Logística.

Porque los puertos son la puerta de entrada del 85 % de las importaciones y de salida del 60 % de las exportaciones.

Según datos de la Patronal de Estiba por los puertos españoles transitan mercancías por más de 400.000 millones de euros, el 35 % del PIB español. Y un 60 % de esas cargas, alrededor de 300 millones de toneladas, requieren servicios de estiba y desestiba.

 Glosario:

*famoso pelotero cubano

**estadio de pelota habanero

***término de contratación (libre a la carga y descarga, estiba, desestiba y trimado)

****persona que se dedica al conteo de la carga -descarga y demás datos concernientes.

  



2 comentarios:

  1. Unos cinco annos despues de esas fechas andaba yo por alli tambien..esas cosas de la vida en nuestra isla loca, o mejor dicho del gobierno de nuestra isla querida. Ay Xiomy, pero yo odie estar alli, odie los camiones de la fabrica de cemento, odie levantarme a las 3am para llegar temprano a una escuela donde los muchachos no querian dar clases, odie el hambre, y un dia no volvi mas...Ojala lo que auguran para el pueblo del Mariel sea verdad, porque a esa gente le creo poco por muy buenas intenciones que parezcan tener. El pueblo del Mariel se merece eso y mucho mas, realmente.
    Saludos,

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  2. Cómo llegué aquí? No sé pero ví varias entradas y son interesantes...

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