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miércoles, 21 de diciembre de 2011
Erase una vez un sello al alcance de mi mano.
miércoles, 10 de agosto de 2011
Las tres Marías y el niño Julián.
Deambulaban cada día por las mismas calles de Santiago,
siempre a las dos en punto, arregladas con una ropa y un maquillaje tan
colorido como extravagante. Mucha gente en la ciudad recuerda a las
inseparables hermanas Coralia y Maruxa, más conocidas como Las Marías, dos
emblemáticos personajes de Compostela a los que los turistas y las nuevas
generaciones sólo conocen por la estatua que les rinde homenaje en la entrada
del parque de la Alameda.
Sin embargo, su triste historia se remonta a los inicios de la
guerra civil. Bajo esa fama de demencia que les precede hasta hoy, escondían un
drama personal que no todos conocen, el cual tuvo como telón de fondo la Guerra
Civil.
Cuentan que los falangistas las maltrataron para averiguar el
paradero de sus hermanos. A horas intempestivas de la noche, registraban y
desbarataban la vivienda, las desnudaban en la vía pública para humillarlas y
las subían al monte Pedroso de Santiago. Fue así que, con poco más 20 años, la
vida de Las Marías se convirtió en un mal sueño que se prolongó desde el inicio
de la guerra hasta mediados de los años 40. Renunciaron al trabajo de
costureras, oficio que venían desempeñando junto a su madre, porque los
clientes dejaron de llevarles ropa por recelo a verse involucrados. Vivían
prácticamente gracias a la caridad de los vecinos.
Manifestaron su locura mostrándose rebeldes contra la
sociedad.
Las Marías nunca pasaron inadvertidas, no sólo por su
llamativa vestimenta y sus rostros maquillados con polvos de arroz, sino por su
actitud. Ellas piropeaban a los hombres y flirteaban con los estudiantes, algo
que no se le ocurría a ninguna otra mujer.
Diferentes por temperamento, Coralia la menor y más alta,
tímida y poco habladora, mientras que Maruxa, más pequeña llevaba la voz
cantante.
Lo cierto es que quienes no se rebelaban por temor distinguían
en esas inofensivas mujeres un grito de libertad y por encima de su pesar, un
canto a la vida.
Julia
Julia vive en Vigo y es un personaje singular, casi pintoresco, de esos que solo imaginaste existir en las pantallas de tu infancia.
Quizás te inmortalice a ese viejo y lánguido profesor de
baile: Un dos tres, un. dos tres; que habitaba en viejas academias y palacios
inventados. O tal vez te remonte a la severa institutriz que angustiaba a los
niños de las familias ricas. Este pasaje nos hacía a menudo reflexionar la
ventaja que teníamos de ser pobres…aunque, a decir verdad, muy corto tiempo nos
duraba ese pensamiento.
Pero Julia irrumpe con su inmaculada bata de médico bien
alisada, (sabido es que nunca estudió carrera). Por siempre compañía, la de sus
cansados zapatos de estilete y cuero que honrosamente sostienen la osamenta de su
casi metro ochenta. Delgada, pelo rizo, corto y entrecano que defiende un
supremo mentón coronado por una nariz de sabio tucán que se abre camino a unos
ojos velados por gruesos cristales, ceñidos a recias armaduras de pasta.
Precisa a vista fría, jovial a segundas miradas. Esconde su
vergüenza y se escurre timorata tras un cortinón de pedantes chácharas y
desbordantes monsergas.
De paciencia infinita con los enfermos, a quienes recorre con
manos inmensas y arteriales al tiempo que, con risible garbo contonea su cuerpo
al compás de “La danza del fuego”.
- ¡Abran los ojos y vean que maravilloso día de niebla tenemos
hoy! – les comenta en tanto realiza
apuntes cotidianos e insulsos en su gran bitácora.
Pero no te extrañe
además si la encuentras peinando cual diestra peluquera o zurcir como el más
delicado sastrecillo. Para luego y ante nuestro asombro, desmontar una puerta o
una ventana con mayor agilidad que el propio Hércules.
Susurran de que vive con su madre y llegó en un vendaval
marino.
Otros cuentan de una tía solterona a la que en las frías tardes protege, cobija y cuida con
desvelo.
Dicen que permanece virgen, murmuran que no ha conocido amor.
A mí me antoja pensar que disimula otra pena que distingo como
un dolor furtivo, se me ocurre como una fiera encrespada.
miércoles, 27 de julio de 2011
El precio de tu corazón.
Isabel Allende.
-Le pondremos por nombre
Hayat, significa “Vida”. - decidió su padre cuando nació su novena
hija.
Llegaba al mundo atravesada en el
vientre, en una única habitación de la mejor casa de piedra de su vecindad,
bajo los gritos y alaridos de una joven mujer, que contorsionaba entre fuertes
retortijones que cuatro diestras comadronas no lograban apaciguar.
Trece largas horas de grasientos
ungüentos, calientes toallas, de ir y venir, de cuantiosas plegarias. No
quedaban ya emplastos de hierbas y alheña para sofocar las fluentes
hemorragias. Entonces y muy lentamente emergió un pie, luego otro, ocasión
aprovechada por la experimentada Bashira para lograr desprender el cuerpecillo,
que cual incrustada hiedra se aferraba a las entrañas de su ya débil madre,
cuyo frágil corazón quedaría para siempre lastimado.
Para Bushra, que apenas contaba
veinticinco años, Hayat era el resultado de un concertado matrimonio que había
comenzado catorce años antes y ya contaba en su haber cinco varones
y tres hembras.
-Me casé con tu padre cuando
cumplí once años, hija mía. Él tenía dieciocho, pero me supo
esperar hasta que me bajó la “regla” …tuve mucha suerte, porque me
“respetó” hasta entonces.
Sí que fue esa una bendición
comparada con el destino de otras niñas, que eran deshojadas por ardientes
esposos sin haber aún brotado a la pubertad.
No le gustaban las hembras a su
padre Abdul, pero esta niña que iba creciendo con risos enmarañados y rebeldes,
cabeza soñadora y mirada penetrante, le infundía un sentimiento especial y al
mismo tiempo contradictorio por el que era capaz lo mismo de repudiarse,
como correr ante el mínimo daño que la acechara.
-Tus tres hermanas están
honorablemente casadas y tus torpes hermanos abandonaron los libros.
– les dijo a los catorce años...luego agregó,
-No tengo lujos que ofrecerte,
pero te pagaré estudios y con eso te podrás valer si algún día lo necesitas.
Fue así que estudió francés y
asistió a clases de secretariado.
Tampoco escapó del
matrimonio, el Sadaq que la familia de Jamil ofreció a sus padres por esa unión
le aportaron parte del fino ajuar y algunas joyas necesarias para el día de la
boda.
Asistió a la celebración
con diecinueve años y para honor suyo y de su familia, era virgen e inmaculada.
Sentía terror solo de pensar lo que fuera de ella de haberle ocurrido lo
mismo que a su amiga Ximena, la que haciendo gala de su nombre se entregó
a destiempo a un irresistible pasajero valenciano. Luego, para poder casarla,
la familia gastó en secreto una auténtica fortuna para enmendar el himen
perdido de la atolondrada muchacha.
-! No vale como mujer, es
estéril, ¡fría como piedra y tiene mal carácter!
Así fue devuelta Hayat a su
casa materna tras cinco años de infelicidad. Su padre, avergonzado por una
parte y aliviado por otro, consintió el divorcio de su hija menor, no sin
antes preguntarle.
-Hija mía, si quieres lo
obligo a permanecer casado, pero solo si quieres.
Ella estaba feliz, y esta parte
de la historia me es fácil imaginarla, porque, aunque no lo presencié, segura estoy
que no fue necesaria otra respuesta.
Siguieron años de prosperidad y
trabajaba como eficiente secretaria. En su casa descubría día a día asombrosos
parecidos a su progenitor, quien cada vez se acostumbraba más a vivir con su
hija.
Por años había cuestionado su
rara predilección por llevarse a la boca esas mezclas impropias de carne y
comida. Sabía que era un insulto devorarlas juntas. Entonces se fijó en su
padre, quien también saltaba ese patrón.
-Pero si es que te pareces a mí.
– le dijo en tosca complicidad
-Sí, será que ahora yo me
parezco a ti y no tú a mí. -respondió sereno.
Mientras, el corazón de Bursha
daba sus últimos bombeos. Su cuerpo, que antes fuera el de una hembra deseada,
se reducía en grosor y tamaño.
-Hará falta un marcapasos de
“oro”- dijeron los médicos, de lo contrario morirá.
Más de un millón y medio de
dírham se necesitarían y Bursha sería intervenida sin dilación alguna.
-No vendas tus tierras-
así aconsejaban los amigos de Abdul.
-Piensa Abdul. Si muere en la operación, perderás todo tu
dinero. De lo contrario, podrás desposar a una mujer más joven.
Entonces Hayat reaccionó como ninguno
de sus ocho hermanos fueron capaces de hacerlo.
-Padre, si te quedas en la
ruina por pagar la cirugía, yo te ayudaré.
Si ella muere durante el proceso,
igual te protegeré. No dejaré que pases hambre como tampoco tú lo permitiste
con nosotros.
Pero si mi madre muere por tu
mezquindad, escucha bien padre, no te lo voy a perdonar y por siempre te retiraré
mi palabra.
Toda esa noche lloró Abdul.
Aún no se habían despertado los presumidos gallos cuando partió rumbo a
la gran ciudad.
Hace doce años Hayat se vino a España. Dos de ellos necesarios para pagar sus
deudas de viaje.
Hace mucho que sus padres
viven tranquilos. Ella les envía mensualmente suficiente remesa para que
no les falte pan ni medicinas.
Si que ha trabajado duro Hayat, cuida
ancianos, enfermos, limpia casas. Ha tenido que aprender y asirse a nuevas costumbres
que trata de ahogar cuando vuelve a su patria y visita a su familia.
-Porque ellos no encuentran
bien que olvide mis antiguos modales en la mesa, pero ahora mismo no recuerdo
que se dice cuando quedamos satisfechos con una buena comida, me dice con
sonrojo.
Si que trabaja duro Hayat, habla idiomas
nuevos, e incluso bajo otro nombre, María.
Sonríe cuando piensa en sus
padres visitando la plaza vieja, comprando un pez grande y vivo, gracias al dinero
que tanto gusto le proporciona enviar.
Pero sonríe también con picardía
de niña traviesa cuando repasa su mente y encuentra entre sus memorias que
tampoco ha olvidado su fino francés, aquel que aprendió durante sus clases de
secretariado.
viernes, 18 de marzo de 2011
Parecido tema, diferente orilla.
Quinientos años fundiéndose pieles , cabellos ,culturas e idiomas . Se han mezclado dioses y santos , corazones y sangre , dejando plasmado como trazo final la más loable obra , nuestra identidad.

Por Esteban Fernandez
Los blancos cubanos llegamos al exilio en busca de libertad y la encontramos, pero de paso perdimos la “blancura”. Nuestro pasaporte dice “blanco”, el acta de nacimiento dice “blanco”, pero nadie que no sea cubano nos acepta aquí que somos “blancos”.
Los que en determinados casos nos entrevistan para un trabajo nos dan un papelito para llenar donde en algún lugar nos preguntan: “Race?” y contestamos “White”, el entrevistador lo lee, nos mira de nuevo de arriba a abajo y con una risita sardónica escribe en la planilla: “Brown, Hispanic, Latin”, o lo que se les ocurra, todo menos “white”.
Hay cubanos rubios, de ojos azules, blancos como la nata, y a simple vista pueden “pasar por blancos” pero desde el mismo instante en que sé identifican como “González, Pérez o Fernández” ya se les “acabó el tumbao” de ser blancos… Supongo que pensarán: “Este es un HISPANIC que se pintó el pelo, se puso lentes de contacto azules, y se le viró un pomo de leche encima”. Si usted discute, si usted defiende su “blancura”, lo único que logra es que todos crean que usted “está avergonzado de sus raíces sepias”…
Inclusive dentro de nuestras propias casas, nuestros propios hijos no están muy claros en eso de que “son blancos”, y la hija va a salir a pasear con un muchachito americano y le preguntamos: ” Mi niña ¿con quién vas a salir?” Y nos responde: “Oh, papá, con un WHITE BOY de la escuela”… Y bravos le contestamos: “Chica y ¿qué cosa eres tú, tú no sabes que TU TAMBIEN ERES UNA WHITE GIRL FROM HAVANA”.
Pero de eso nada, los muchachos criados aquí, en su inmensa mayoría, ya han aceptado la noción de que “blancos son los americanos, los ingleses, los alemanes”, y ellos ( a pesar de que sus padres consideran que son ”blancos”) tienen la tendencia a creer lo que les han inculcado desde el Kindergarten. Entonces nos ponemos bravos con la pobre muchachita y hasta le soltamos un par de gritos y le decimos: “¡Bueno, chica, entonces dile a todo él mundo que eres CUBANA, diles que eres de Cuba, y pal’ diablo!”
Y también algunas personas en forma de reproche nos dicen: “El problema de los cubanos es que SE CREEN BLANCOS”… Y yo me miro en el espejo y pienso: “Ñooo tremendo problema éste ¿qué hago ahora, como resuelvo este asunto?”. No sé si ir a la tienda y comprarme una latica de betún carmelita y ponérmelo en la cara y en el cuerpo para demostrarles la aceptación de mi equivocación, o echarle la culpa a mis padres quienes cometieron él error garrafal de llevarme al Juzgado e inscribirme allí como “blanco”…
O mejor, la culpa recae sobre mi abuela catalana, Concepción Roig, quien no se dio cuenta que al tener hijos en un país latinoamericano, al inscribirlos, debió aclarar: “Yo soy blanca, pero mis hijos POR HABER NACIDO EN CUBA son un par de inditos con levitas, por lo tanto Enrique Fernández Roig es Taíno y Esteban es Siboney”.
Esa hubiera sido la perfecta. A mí me parece que la mayoría de la gente en nuestro entorno se sentiría más complacida si nosotros los cubanos aceptáramos con orgullo que la mayoría somos descendientes directos de las razas sufridas de los tainos y los siboneyes, y los demás no estamos seguros si somos Congos o somos Carabalí…
Total, al final de la jornada, todo eso de raza, de color de la piel, es basura, y lo único importante, la única división entre los seres humanos debe ser entre “buenos y malos”, y honestamente en la actualidad yo me siento orgulloso solamente de tres cosas: de ser HOMBRE, de ser CUBANO, y de ser LO MEJOR POSIBLE. ¿La raza? Ya me da lo mismo si soy MORADO CLARO o soy AZUL AÑIL. Y me encanta cuando una amiga mía china- cubana me llama “mulato”.
Amabilidad del autor.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Maneja por el Malecón y que te acompañe Issac Delgado
Este es un tema sensible… bueno no para mí: Soy negro, nací en Cuba ¿qué bolá?
El Yoyo | |
...Pero a veces leo cosas sobre el tema de las razas en Cuba que me hace pensar que yo soy chino. No hay que dejarse engañar, por todos aquellos empeñados en demostrar que Cuba es el infierno, donde todo y todos son malos. Pero no tan calvo que se le vean los sesos. No es raro encontrarse en la Red gente que te dice: En Cuba hay racismo, los negros son discriminados, son esto y son aquello en Cuba… Incluso aportan estadísticas para demostrarlo, sacadas de un país donde cualquier cosa es confiable menos las estadísticas.
Por eso, pongo mi vida de ejemplo. ¿Por qué a mí no me cerraron las puertas de la Universidad? ¿Cómo es que en el claustro de profesores habían tantos negros, algunos de ellos doctores en ciencias técnicas? ¿Cómo es posible que el mejor profesor de cálculo en mi época de la Cujae era un negro que incluso no se había graduado aún? ¿Cómo pude yo sin ser hijo de papá, ni tener conocidos influyentes llegar a ocupar un puesto de muchísima responsabilidad en el Ministerio del Turismo? .....
...¿Quién tiró la tiza?
Muchas veces he sido testigo del victimismo de ciudadanos que achacan su precaria situación económica-social a la supuesta desventaja de ser negros. Pero cuando les pregunto: por qué no estudiaste, qué sabes hacer; las respuestas son vagas y deformes. Cuando yo estudiaba en la Universidad y tenía que pasar noches enteras dibujando proyectos o memorizando libros, veía pasar a esos mismos que hoy se quejan en pos de una fiesta y los veía regresar ebrios, casi al amanecer. Después los vi años pegados a la mesa de dominó de la esquina y hoy reclaman el derecho a un puesto para el que sencillamente no están preparados...
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Escribo con conocimiento de causa. Viví más de 30 años en Cuba y llegué a ser un profesional respetado (en los límites que deja la isla).
lunes, 28 de febrero de 2011
Tiempos de Festival.
Definida como una historia simple , pero a la vez profunda ,cuenta la relación profesional y afectiva entre un médico fracasado y un muchacho internado al que la medicina da por muerto.
Dice así:
viernes, 25 de febrero de 2011
Si la desnuda verdad toca a tu puerta...
Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.
lunes, 14 de febrero de 2011
Homenaje al amor y al vocalista Farrokh Bulsara
Casi que logramos crear un zoológico en aquellos tiempos.
Me veo preparándonos para los "bailes" de los Miércoles , entre el _préstame tu uniforme que me queda más sexy o un deshazme el "torniquete",que ya debo tener seco el pelo.
Entonces es cuando llega Mandy ....y como todo un "Champion",...le clava un ardiente beso, la abraza con sensual pasión , mientras le entrega su ropa de trabajo sudada ,destilando feromonas.
sábado, 12 de febrero de 2011
lunes, 7 de febrero de 2011
Ahora sé que es VERDAD.
miércoles, 26 de enero de 2011
Libros y poemas de una infancia.
Este Julio se cumplirán 122 años de la aparición en Nueva York de esta singular publicación dedicada a los niños y escrita íntegramente por José Martí.
La obra estaba dividida originalmente en cuatro números, los que fueron reunificados posteriormente en un libro por Gonzalo de Quesada , un alumno del maestro .
Una perla rosada, una gran perla,
Y la echó con desdén al mar un día:
Pocos años después, junto a la roca
de Trípoli... ¡la gente llora al verla!
Así le dice al mar la mora loca:
-«¡Oh mar! ¡Oh mar! ¡Devuélveme mi perla!»
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Gabriela Mistral
Isabel Allende.
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
Carilda Oliver
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Pablo Neruda