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miércoles, 14 de agosto de 2024

Two Old Men and the Sea

 A 125 años del Nacimiento de Ernest Hemingway ... 22 años del fallecimiento de Gregorio 


Por Leonardo Deprestre Catony

Tomado de La Jiribilla

Tuve la satisfacción de conocer a Gregorio Fuentes. Rondaba él los 90 años cuando conversamos largamente en el portal de su hogar en Cojímar, para una entrevista que finalmente no supe si se publicó, pero me dejó la dicha de intercambiar con quien era ya un personaje legendario. Entonces era aún un viejo de antebrazos duros y configuración física igualmente firme, muy sencillo y que, conocedor de que su condición de patrón del yate Pilar, de Hemingway, lo había hecho famoso, se explayaba en anécdotas. Luego —muchos años después— lo volví a encontrar en su cumpleaños 102, celebrado en el restaurante La Terraza, de Cojímar, ocasión en que reporté para la ya desaparecida revista Bitácora. Esta vez su dinamismo se había aplacado y el viejecito era conducido en silla de ruedas. Se podía avizorar ya la inminente caída del formidable roble.

Hombre de mar, pescador, patrón, compañero inseparable de Ernest Hemingway cada vez que Papa se encaramaba en el Pilar y salía de pesca, nuestro lobo de mar inmortalizado en la obra de un Premio Nobel de Literatura, tuvo el privilegio de vivir en tres siglos: nació en Lanzarote, Islas Canarias, el 11 de julio de 1897 y murió en Cojímar, La Habana, el 13 de enero de 2002, es decir, 104 años después.

Don Gregorio alcanzó a ser conocido en toda Cuba y más allá, sin proponérselo, solo contando una y otra vez esa relación de patrón-patrono (lo primero él, lo segundo Hemingway) devenida hermandad, también válida para una novela, porque el escritor admiró en su servidor al hombre recto, leal, valiente, conocedor del oficio, para quien la amistad era un sacramento. Curiosamente, no lo aseguramos, solo lo repetimos, el capitán Grigorine (así lo llamó Hem) nunca leyó El viejo y el mar, porque sencillamente no sabía leer.

Gregorio, unos pocos años mayor que Ernesto, lo sobrevivió en cuatro décadas. Pero, ancianito aunque no tan frágil, nunca olvidó a un jefe y amigo cuya inmanencia en la literatura internacional intuyó perfectamente. Cada nuevo cumpleaños se convertía en fecha de holgorio y celebración para la pesca deportiva. Gregorio aceptaba el suceso con su sonrisa y su habano.

La historia cubana de Gregorio se inicia en 1903 cuando, con seis años, embarca hacia Cuba con su padre, cocinero de a bordo. El padre murió en un accidente durante la travesía y el chico creció solo, hecho hombre prematuramente, en el poblado costero de Casablanca.



Es Hemingway quien escribe en El gran río Azul, julio de 1949:

“Gregorio Fuentes es el piloto del Pilar desde 1938. Ha cumplido los cincuenta este verano (1949) y vino de la isla de Lanzarote a la edad de cuatro años. Nos conocimos en Dry Tortuga en 1928; entonces era patrón de una lancha pesquera; allí corrimos una tempestad con fuerte nordeste. Estuvimos a bordo de su embarcación con objeto de comprarle unas cebollas. No quiso cobrárnosla y nos agasajó con ron. Recuerdo que su embarcación era la más limpia que he visto”.

Gregorio Fuentes recibió en sus años altos un título muy preciado, el de Capitán de la International Game Fish Association (IGFA).

Este diálogo tuvo lugar en el Club Náutico Internacional de La Habana y lo contaría el escritor:

Hem: “Viejo, ¿tú sabes lo que es un amigo?”.

Greg: “Usted y yo somos amigos”.

Hem: “Dos amigos equivalen a dos historias que se unen”.

Una última anécdota enlaza a los dos caracteres. Ocurre en La Habana. Por tres días Gregorio ha dejado pasmado al dueño del aristocrático hotel Ritz de Nueva York con los platos exquisitos que ha preparado. Ahora es Gregorio quien completa: “Papa me había puesto por las nubes y, para darme aliento, por las noches me llamaba a Cojímar y me decía: Tenemos que ganar la apuesta. Este es un problema moral…”. ¡Y ganamos, coño!”.

Hemingway legó a su amigo Gregorio Fuentes el yate Pilar, valorado en medio millón de dólares. Al respecto, el patrón murmuró: “No hay dinero para eso”. El Pilar permanece anclado para siempre en Finca Vigía, la morada cubana de Ernest Hemingway.

Datos de Interés

Tomado de Wikipedia

Fuentes nació en el Charco de San Ginés, en Arrecife, Islas Canarias. Descendiente de pescadores y agricultores, él y otros familiares suyos emigraron a Cuba,​ cuando Fuentes solo tenía 6 años,​ zarpando de la isla en el velero en el que su padre trabajaba,​ con el fin de huir de la pobreza.​ Sin embargo, su padre no sobrevivió a la travesía hacia Cuba.​

Gregorio Fuentes se estableció en Cojímar, una aldea de pescadores en el oeste de La Habana, donde viviría el resto de su vida.​

En 1928, el escritor estadounidense Ernest Hemingway contrató a Fuentes como marinero y, posteriormente, capitán de su yate El Pilar,​ remplazando al oficial de cubierta original de dicho yate, Carlos Gutiérrez, después de que la amante de Hemingway, Jane Mason, le despidiera por estar celosa de la relación del escritor con Martha Gellhorn.

​ Así, Fuentes fue cocinero, pescador, colaborador, mecánico y amigo de Hemingway mientras este vivía en Cuba y lo acompañó en todas "sus expediciones de pesca" desarrolladas en la corriente del Golfo, hasta que el escritor regresó a EE. UU. y se suicidó en 1961.

En el testamento dejado por Hemingway se ordenaba que su yate fuera cedido al pescador canario con el fin de que lo cuidara ‘como siempre lo había hecho’. Sin embargo, Fuentes decidió regalarlo al Estado cubano, logrando de esa forma su exposición permanente en la Finca Vigía, la casa museo de Hemingway en San Francisco de Paula, un lugar cercano a La Habana.

Fuentes recuperó su ciudadanía española en el 2001.​

Fuentes murió de cáncer en Cojímar en 2002 a los 104 años de edad. 

Como no sabía leer ni escribir, nunca leyó El viejo y el mar, la novela que escribió Hemingway basándose en ese personaje.




jueves, 1 de agosto de 2024