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martes, 14 de febrero de 2012
Por buenos o malos tiempos que corran, siempre nos quedará Morricone.
domingo, 5 de febrero de 2012
Mi primer salario y el suavizador chino.
Una mala estiba es como un
matrimonio mal llevado, sino se nivela bien, se va por la borda
José Ramón (Papá)
· El primer salario
La Habana, año 81
_ Finalmente que carrera
solicitaste hija?
_Pues solicité de primera y única
Ingeniería en Transporte Marítimo
Le respondí a mi padre medio
entrelíneas, esperando ya el rapapolvo que me venía encima.
_Debes estar loca, te he dicho
que eso no tiene futuro aquí. La flota cubana es muy vieja, ya ves al Ingeniero
de la empresa que se come los mocos de no tener nada que hacer en todo el puñetero
día.
Pero era de esperar esa tozuda
decisión por mi parte, desde mi abuelo materno, armador de un pequeño barco de
pesca, pasando por mi padre que comenzó de grumete a sus trece años, hasta
llegar a mis hermanos, los que al dejar los estudios fueron de cabeza a afanar
a los embarcaderos de pescados para luego terminar como buzos de la armada.
Para mí, desde que tengo uso
de razón los Domingos se convertían en fiesta cuando acompañaba temprano a mi madre
a cruzar la bahía de la Habana en la famosa Lanchita de Regla. Íbamos a visitar
a mis tíos y primos.
Siempre me iba a la popa y
desde ahí me sedaba con el ruido del motor y la estela que marcaba en el agua
turbia la oxidada hélice de la vieja embarcación de madera; soñando con
capitanear algún día uno de aquellos monstruos flotantes que serruchaban la
rada. Era solo cuestión de darle tiempo al tiempo.
Puerto del Mariel: Año 87 y
88.
¡Qué lejos madre mía!
Te recuerdo desde mis
nocturnas levantadas.
Camino de las seis y aún con
la luna, me sentía cual Víctor Mesa* en el Latino-Americano**,
tanteando los treinta metros entre las paradas de la ruta 37 y la
68...y a correr a la que llegara primero. De repente, entraba en una especie de” tornado
habanero", y sin darme cuenta, ya estaba "montada" y
sentada casi en la silla del chofer...
... ¡Todo un lujo!
Al menos no tenía problema en
bajarme...iba hasta el final de la odisea.
Corriendo más veloz que una
auto marca "Lada” por dentro del túnel de 5ta avenida, para
tener que conformarme muchas veces con ver alejándose el
amarillo trasero del autobús Girón, el mismo que me debía transportar al distante
lugar.
En alguna iglesia cercana
tocaban justo las siete campanadas.
Y entonces llegaba el camino, ... Santa Fe, el pueblo pesquero de Jaimanitas,
El Salado, ...parada en el "Henequén" y luego en la "Boca".
Me bajaba junto a las casetas de madera color verde de las oficinas de Cuba
Control Mariel.
Aún hoy veo esperanzas en
los brazos abiertos al grupito de "novatos ingenieros", su gente
sencilla y llana, los alineados tejadillos rojos de sus oficinas, sus cuadradas
y amplias ventanas.
Mientras palpo mi negro pelo
enmarañado de cemento y polvo que provoca la cementera cercana, y ese viento del
Sur que nada favorece, pienso en la monotonía del viaje de regreso, equivocándome
en la cuenta de alguna de tantas facturas de materiales de estiba apilonadas.
Porque el trasiego y llegada
barcos de procedencia de puertos del Mar Báltico y de Bilbao era constante.
Desde contenedores que se traían
en la cubierta, por tratarse de buques especializados de carga general y
llegaban con sus bodegas repletas de tubos, cabillas planchas, chapas, láminas
de acero, de aluminio y zinc.
Decenas de estibadores,
divididos en brigadas se ocupaban de la lenta descarga, porque en esa época se
preparaban las eslingas y cualquier cambio brusco podía desnivelar la bajada.
Los metales llegaban en atados
generalmente, pero los sacos de arroz y fertilizante había que bajarlos en
mallas o bien colocados sobre paletas de madera, había mercancías que ya
llegaban paletizadas previamente haciendo más fácil tanto la estiba como la desestiba.
Los que nos ocupábamos de los
contratos de fletamento tratábamos de incluir los términos FIOST ***, de forma
tal que de los gastos de la estiba como el trimado se hiciera cargo el Usuario final,
pero aún no había manera de no terminar el día entre acaloradas discusiones por
todos los involucrados, bromas aparte y algún que otro ojo revirado. Porque así
es el trabajo operativo en el puerto, se mete en tu piel y en tus entrañas hasta
que te ves escribiéndole algún día.
Fue en esa época que pude conocer
varios hombres corajudos, ahí estaba el viejo Colmillo, no me pregunten su
verdadero nombre. Era el jefe de los Estibadores y las Tarjadoras**** del
Puerto. Se lo había ganado a pulso ya que dicen que comenzó a trabajar como
peón desde que ya no recordaba cuando.
Era el quien se ocupaba de que
sus trabajadores tomaran abundante leche, mientras descargaban peligrosos
cargamentos químicos como la Sosa Cáustica, y como única protección pañuelos de
tela atados como tapa bocas.
Fue el quien llevo en sus brazos
a la enfermería a Esperanza, la tarjadora pelirroja desmayada por un golpe de
calor mientras el carguero “La Lima” zarpaba escorado con enormes piedras de
mármol gris y negro con destino Veracruz.
También conocí a Caruncho, el
negrito simpático y dicharachero que hablaba el inglés como si fuera de
Wisconsin para luego contarme en secreto que no sabía escribirlo.
Y hasta al mítico Malanga, y
digo mítico porque fue el primer hombre en recibir un trasplante de corazón y
sobrevivir veinte y ocho años para contarlo.
Su nombre era Maximiliano,
mulato alto, de cabeza plana y redonda, fuerte para su edad, muy calmado y con
un brillo especial en los ojos, como de agradecimiento a la vida.
Su lema era que no conversaba
con nadie que estuviese alterado. Siempre fue estibador del puerto, lo
respetaban porque era bravío trabajando. Nació en el Mariel y comenzó cargando
camiones a los quince años como “Camello”, así le llamaban a los que no tenían
contrato y trabajaban para otra persona que era el verdadero dueño del puesto, y
por supuesto, se quedaba con la mitad del abono. Pero en su familia eran muchas
mujeres y como único varón que era, debía garantizar un plato caliente en la
mesa.
Todos los hombres y mujeres
del recinto que recuerdo tenían un mismo denominador …Orgullo de ser portuarios
y participar en la gran cadena de distribución Logística.
Porque los puertos son la
puerta de entrada del 85 % de las importaciones y de salida del 60 % de las
exportaciones.
Según datos de la Patronal de
Estiba por los puertos españoles transitan mercancías por más de 400.000
millones de euros, el 35 % del PIB español. Y un 60 % de esas cargas, alrededor
de 300 millones de toneladas, requieren servicios de estiba y desestiba.
Glosario:
*famoso pelotero cubano
**estadio de pelota habanero
***término de contratación (libre
a la carga y descarga, estiba, desestiba y trimado)
****persona que se dedica al
conteo de la carga -descarga y demás datos concernientes.