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jueves, 8 de julio de 2010

Con el corazón en la mano, el compromiso a la espalda y los bolsillos desocupados.

Así van nuestros atletas por el mundo, nos colman de júbilo o de rabia, de ira o de gozo, pero así es su paso por el mundo.
Desde la pantalla los apreciamos distantes, inaccesibles, fibrosos y seguros, no sospechamos siquiera que desde la inmediatez nos aparezcan tangibles, humildes, joviales, tímidos, sensibles, incompletos, de carne y hueso.
Los encontramos en el ómnibus, en el agro, en la vía, en la Rampa.
Los tropezamos lo mismo comprando un cake que una cerveza , aceite de Girasol en un quiosco, o inmersos en cualquier “esquina caliente”, y hasta quizás, con un poco de suerte, bailando un exquisito casino en un caluroso cumpleaños.
-Esos si que la pasan bien, lo único que tienen que hacer es traer medallas y no virar con las manos vacías, para eso no les falta el buen beefsteak en el desayuno.
Tantas y tantas veces la misma coletilla……..que casi me lo creí alguna que otra, si bien nunca lo supuse tan fácil.
Desde la década del 70 nos adaptamos a asumir a los deportistas del patio insertados en cualquier evento internacional, el himno de Perucho Figueredo marcaba eco en los atestados estadios y la bandera tricolor ondeaba enardecida a disímiles temperaturas del globo terráqueo.
Junto a sus victorias y derrotas, vertíamos lágrimas, derrochábamos jerga, acalorábamos las palmas y perdíamos las uñas. Eran nuestros verdaderos embajadores, fue nuestra mejor manera de decirle al mundo, ahí esta Cuba.
Se convirtieron de algún modo en nuestros ojos por ese universo heterogéneo, colorido, perfumado, de refinadas mujeres y creciente boga, pero convulso, peligroso, desafiante e inseguro, como apreciábamos diariamente en los noticieros nacionales informativos que cubrían las dos cadenas de televisión existentes.
Esos colosos salían al ruedo a enfrentarse con cualquier tipo de adversarios, por único talismán, sudor frío en la frente, vergüenza y valor en sus entrañas y colgado en su pecho, un gran corazón.
Desde 1900, que el esgrimista Ramón Fonst le arrancó cuatro preseas doradas a la Ciudad de las Luces, hasta Beijing 2008 ,se han reunido casi setenta fichas de este codiciado metal en nuestro medallero olímpico.
Pero no solo fue el multirecordado bloqueo material , con el que ya habiamos aprendido a convivir como un miembro más del núcleo familiar, la causa principal del debilitamiento paulatino del deporte cubano. El agresivo bloqueo mental interno y la desintegración del bloque socialista , que trajo aparejado la formación de nuevas repúblicas independientes ,marcaron pautas significativas en esta noble práctica.
El crecimiento desmedido del deporte profesional por encima del amateur situó a los nuestros en posición no solo desventajosa, también indecorosa.
Ya solo no serian barreras las modernas instalaciones de entrenamiento, la calidad de los alimentos o que se supere o no el tamaño de la “choza”, la marca del carro, o la dimensión de la piscina.
Ya no seria suficiente………..al regreso te espera un Lada a la entrada de tu casa, Campeón.
Se han cansado de escuchar………..les pagaremos a la llegada, y así el dinero se ingresa en el terruño, jeje.
Porque siempre aparecen “listos aprovechados”del sudor ajeno , barrigas llenas de hoteles seis estrellas y tres mil horas de vuelo, porque se les manipula su dinero, su tiempo libre, sus decisiones, expresiones, su sentido de libertad.
Muchos han decidido con gran dolor , despedirse del calor de su pueblo, decirle adiós a esa maravillosa aura que nunca volverán a acariciar , pero nunca es una palabra muy fuerte .
Dejar atrás el sentir de ese fervor limpio , pródigo y franco .
Será cruel prescindir de todo ello.Será áspero , pero preciso , será duro , pero inevitable .
Porque así marchan nuestros atletas por el mundo, como héroes niños, millonarios altruistas o magnánimos dioses.
A todos ellos, a los de casa y a los que ya no están , sirva  nuestro tributo.

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